Uno de los problemas centrales en la vida y en la obra de Nietzsche es sin duda el cristianismo. Para algunos comentaristas llega a ser incluso el centro nodal de su pensamiento. Lou Andreas-Salomé, que conoció estrechamente a Nietzsche, pensaba que todos sus problemas se reducían a uno auténticamente religioso que tenía que ver con el cristianismo. De tal manera que se podría considerar la ruptura con la fe cristiana como el punto de partida de sus ?transformaciones?. Es posible que él mismo tuviese que renegar de su fe por razones de índole intelectual, lo que suele suceder en medio de una dolorosa agonía. En este sentido, dentro de la historia de la filosofía tenemos los ejemplos de Kierkegaard y Unamuno, como filosofías agónicas, resultados de un problema religioso no resuelto. Tal vez tengamos que incluir la filosofía agónica de Nietzsche en este contexto. Una demostración de esto último es que generalmente a Nietzsche se le conoce sobre todo por su obra más crítica contra el cristianismo, El Anticristo, en lugar de otros escritos. De ahí que tanto creyentes como no creyentes utilizan las duras palabras de Nietzsche contra la moral y la religión, unos para vituperarlo y otros para afianzarse en sus actitudes iconoclastas. De este modo, Nietzsche es expuesto como el símbolo de la ?negación de Dios?, como el predicador de un mundo sin Dios, y alguien que por todos los medios trató de eliminar el cristianismo como el causante de todos los males que padeció la cultura occidental.