En el enfrentamiento entre paganismo y cristianismo que caracterizó el final de la Antigüedad, el poder político imperial puso al servicio de la Iglesia las leyes y la coerción política. Pero los líderes cristianos se sirvieron también con gran eficacia de los instrumentos ideológicos que antes habían desarrollado los intelectuales paganos: en este contexto, la taumaturgia y la magia jugaron un papel decisivo en el gran debate entre ambos sistemas religiosos. Frente a la violencia física manifestada en la destrucción de los lugares de culto paganos, la lucha contra la magia recurrió a formas más sutiles, porque las creencias que subyacen en ella eran compartidas por toda la sociedad de la época (paganos y cristianos). La quema de los «libros sagrados» de la magia como acto de purificación colectiva se vio acompañada del debate ideológico en los ambientes «universitarios» de ciudades como Alejandría y Berito. Al mismo tiempo, con la proliferación de los monjes taumaturgos se generalizó la idea de que la dynamis y el carisma divino de estos nuevos theioi andres eran muy superiores a los de los magos paganos en cuanto instrumentos de los demonios. El resultado fue que la magia penetró en el corazón del cristianismo y ha perdurado hasta nuestros días. En nuestro estudio hemos recurrido a fuentes ya conocidas, como la Vida de Severo de Zacarías Escolástico, y a otras fuentes hagiográficas menos utilizadas por los estudiosos del tema.