Todavía reciente como periodo histórico, y permanentemente evocada por diversas instancias académicas, periodísticas y políticas, la Transición (1973-1982) es, también, uno de los más fértiles y apasionantes segmentos temporales de la historia del cine español. No solo porque el peculiar contexto socio-político va a hacer posible una multiplicidad de propuestas estéticas, ideológicas y narrativo-dramáticas, permitiendo la convivencia (a veces traumática) de diferentes modelos fílmicos y conformando un ingente corpus de enorme complejidad, sino porque algunos de esos modelos se convertirán en auténticos paradigmas de la convulsión social que agitó el país en aquellos determinantes años y que se manifestó en las artes tanto en el plano de la teoría como en el de la praxis.