La primera sección muestra como las categorías económicas influyen en las instituciones religiosas y en las ideas sobre Dios. No se aborda la religión en el mercado, sino cómo Dios es presentado en la sociedad contemporánea. La segunda sección examina de modo positivo las vivencias pentecostales, y de forma especial la existencia del pueblo que se siente redimido del mal y que sobrevive en los márgenes. Esto es ahondado en la tercera sección (con ejemplos concretos en Brasil, como el caso de un obrero de la construcción) en el sentido de la dignidad personal y un empoderamiento simbólico. La cuarta sección hace un contraste entre el dios de la prosperidad y el Dios de la vida (que implica una donación liberadora y humanizadora).