El universo apocalíptico irrumpe, actualmente, en contacto con el poder destructivo de la crisis global, se experimenta como fin de época y proyecta el futuro a través de la ruptura con la actualidad. La apocalíptica se cultiva en momentos de incertidumbre cuando se disuelve lo que parecía sólido y muestra la profunda vulnerabilidad de toda construcción social. Es parte de una cultura que ha pasado por un cementerio de promesas incumplidas, de sueños diurnos que se convirtieron en pesadillas. Se presenta en todos los disfraces posibles, como pronóstico científico, ficción colectiva, grito de alarma y producto de la industria del entretenimiento. Un estatuto que le ha permitido a Hans Magnus Enzensberger afirmar que «la catástrofe en la mente es omnipresente».