En el presente antropozoico, en el que el modelo de progreso occidental amenaza la continuidad de la humanidad, se propaga una nueva sumisión al destino: ¿está todo biológicamente predeterminado y no hay ninguna salida? Frente a este espíritu del tiempo cobran nueva relevancia las categorías apocalípticas bíblicas: el tema del juicio nos afecta en nuestra libertad; el sorprendente dualismo nos coloca de nuevo en la situación ética. Una crítica de la razón apocalíptica nos permite interpretar su contenido sin sucumbir a la mitología, pero también nos impide sublimar sus imágenes en una abstracción apolítica y ahistórica. La apocalíptica significa hoy distanciarnos de un final del tiempo producido por los hombres y ganar tiempo para el advenimiento de Dios.