En la historia del cristianismo se han producido muchas vicisitudes sobre la conceptualización del pecado, desde el original atribuido al género humano de diferentes maneras, al personal (individual) y sus ritos correspondientes para obtener el perdón. En nuestro trabajo vamos a revisar qué construcciones de realidad están vigentes acerca del pecado y del delito en vez de utilizar una vez más el tópico discurso de «lamentar la pérdida de valores de los jóvenes en nuestra sociedad». Los delitos serían derivados no de una fundamentación de la obligación en el mandato divino o del rey, sino en una construcción que se produce desde diferentes perspectivas en sociedades complejas. El delito es «información sobre el delito». Los delitos no entran en los discursos de la comunicación por su gravedad penal, por la alarma social que producen, por el incremento de los temores de la inseguridad, o por su perfección tecnológica sino por la expectativa de incremento de las audiencias.