La diosa Ártemis (Diana en el mundo romano) fue la divinidad griega de la caza y de los parajes agrestes. Hija de Zeus y de Leto, fue la hermana melliza de Apolo y, como él, fue vengativa y justiciera. Diosa virgen, se la consideró como protectora de la castidad, virtud que exigía a todas las componentes de su cortejo. Acompañada por su séquito de ninfas y por la jauría de sus hermosos lebreles recorría los montes y florestas de Laconia y Arcadia, haciendo gala de sus habilidades cinegéticas. Por haber ayudado a su madre Leto en el parto de su hermano Apolo, nada más nacer ella, se la tenía por protectora de las mujeres encinta y de los alumbramientos. Su hermano Apolo se identificaba con el dios Sol y ella con la diosa Luna. En Oriente fue la diosa de la fecundidad y como tal se la veneraba en su famoso templo de la ciudad de Éfeso. Los romanos la identificaron con la diosa Diana itálica, cuyo principal santuario se encontraba en Capua. Su iconografía sufrió grandes cambios a través del tiempo y, hasta el periodo clásico no se acuñó su bella imagen de diosa cazadora, con jitón corto, con sandalias o ligeros botines, con arco, flechas y carcaj, tal y como prevaleció a partir de la época renacentista. Su bella imagen, así vista, sirvió de fuente de inspiración para toda suerte de creaciones artísticas: pinturas, esculturas y motivos ornamentales de fuentes y jardines.