Las transformaciones urbanas impulsadas en el marco de las reformas de la Exposición Iberoamericana celebrada en el año 1929 en la ciudad de Sevilla son clave para entender la arquitectura del siglo XX en la propia ciudad pues determinaron las bases del cambio, la entrada de la modernidad y el nuevo modelo de ciudad. Estas operaciones urbanísticas se gestaron quirúrgicamente en el corazón de la urbe y se extendieron hacia el Sur posibilitando el crecimiento exterior en esta dirección. Las mejoras del Puerto y por ello la Corta de Tablada (1906), la transformación de los jardines del Palacio de San Telmo para Parque de María Luisa (Jean Claude Nicolás Forestier, 1911) y la apertura de grandes avenidas como la de Constitución, Borbolla y Palmera (1911) fueron los desencadenantes más potentes del desarrollo de la futura ciudad moderna. El entorno del parque de María Luisa sirve meritorios ejemplos para ilustrar los valores de la arquitectura andaluza del siglo XX. En él, ejemplos paradigmáticos del gran esplendor del regionalismo de principios de siglo conviven con las primeras experiencias de la arquitectura moderna en Andalucía que vendrán a proponer excelentes respuestas a la preocupación fundamental del siglo pasado: la vivienda. Las aportaciones más significativas de la segunda mitad del siglo las encontraremos de la mano de arquitectos de tan prolífica producción como Rafael de la Hoz y Felipe y Rodrigo Medina con un equipo de arquitectos activamente relevante en la producción contemporánea de la ciudad: OTAISA.