Inspirada en la reflexión serena sobre la realidad íntima y sobre la existencia -que trancurre siempre, bajo los ojos acechantes del tiempo, en el filo de la vida y de la muerte cotidiana y definitiva-, su obra trasluce coherencia y constancia, y, a la vez, sutiles transformaciones. Así, la lucidez precoz del primer libro, Las brasas (1960), Premio Adonais (1959), da paso a los poemas histórico-narrativos que conforman Materia narrativa inexacta (1965) y al sinuoso y reflexivo Palabras a la oscuridad
(1966, Premio de la Crítica). Aún no (1971) abre caminos nuevos, como la sátira y un desgarrado existencialismo que preconiza la visión desengañada y a la vez metafísica de Insistencias en Luzbel (1977). Con El otoño de las rosas (1986, Premio Nacional de Poesía) recobra Brines la transparencia y la diafanidad para culminar con la luminosidad otoñal de su postrer libro, La última costa , en el que alcanza una difícil desnudez y pureza expresivas. Ofrecemos, pues, estos poemas reunidos al lector para que, en palabras del propio Brines, «ajuste el rigor o acompáñelos benevolente, sienta después desvío o concédales a su entregada intimidad (.) el calor de la suya. Violados con tosquedad, o bien gozados, prestos estarán a conceder su intocada virginidad a cada nuevo lector, pues ésta es condición peregrina de su naturaleza».