Bajo estas premisas se ha escrito Lluvia ácida. En sus páginas la realidad se muestra a veces bella, a veces insoportable, pero siempre auténtica. Los versos siguen una disposición vertical, tal y como escribían los haikus los maestros antiguos, o como la lluvia ácida a la que hace referencia el título y que hoy se derrama sobre nuestras cabezas.