«El amor es una quimera de un solo sentido como la flecha, que sólo tiene una punta, no dos. ¿Cuándo ha visto usted una flecha que vaya y venga? El amor es para darlo, no para pedirlo. No pida amor. Delo, si tiene. Y si no, pues no.»
Pero dígame una cosa, maestro: ¿cuando usted dice «yo» en sus novelas es usted?
No, es un invento mío. Como yo. Yo también me inventé.
Y aquí me tienen en estas bancas de viejos desocupados de este parque de mendigos y prostitutos hablando con el viento o con quien sea y al borde del negro abismo.