Con Venecia salvada, drama incluido también en este volumen, pretendía Simone Weil recuperar el estilo de las tragedias clásicas griegas que tanto admiraba. Comenzó a escribir esta tragedia en 1940, y continuó trabajando en ella hasta su muerte, quedando la obra finalmente inconclusa. Trataba ahí de «retomar por primera vez desde Grecia la tradición de la tragedia en la que el héroe es perfecto», narrando el sufrimiento del ser humano sometido a la necesidad impenetrable, que lo impulsa a realizar actos que él mismo acaba aborreciendo; lectura también del sentido último de los actos generosos, donde el que así actúa expone su alma desnuda a toda herida