La sociedad española ha sufrido a lo largo de estos treinta años de vigencia de la Ley Orgánica de Libertad Religiosa (LOLR) una importante transformación desde el punto de vista de la pluralidad religiosa, que ha tenido su reflejo no sólo en las transformaciones que han tenido lugar en muchos de nuestros barrios y pueblos, sino también en la necesidad de gestionar nuevas prácticas y actividades relacionadas con las creencias y convicciones de las personas. Ello hace necesario afrontar la actualidad de las minorías religiosas, tanto desde el punto de vista de sus insuficiencias como desde la perspectiva de esta nueva realidad.