Al expulsar al artista mimético de su ciudad ideal generó Platón un equívoco trascendental que ha atravesado toda la empresa histórica del arte y de la filosofía de Occidente. La gran paradoja platónica estriba en que ese gesto tan desconsiderado no ha sido obstáculo para que artistas y poetas de todas las edades, antiguos y modernos, renacentistas, barrocos, románticos o vanguardistas hayan hallado en Platón el mejor aval de sus obras de creación. Ningún filósofo ha sido tan considerado y visitado por una nómina tan diversa y contrastada de artistas y literatos.