Gracia vive acomodada a una vida que no es suya. Una vida anodina, sumida en la monotonía y en el aburrimiento de unos días que se suceden a otros, teniendo como único aliciente la radio, las confesiones y los rosarios. Una vida carente de toda clase de recuerdos en una ciudad que, a la fuerza, ha hecho suya. En un país de mentalidad gris que sobrevive como puede a una época de cerrazón.