Clandestino es mirar, observar. Es contemplar la vida de los otros a través de la suya. Sin adornos, sin juicios de valor, honestamente. Es el juego de la añoranza prototípica de una supuesta vida mejor que él no quiere. Dos maletas y una montaña rusa narra una vida relatada a cada instante, en la búsqueda obsesiva de la permanencia de la memoria como elemento de la dignidad personal. Ambos relatos son las dos manos perfectamente simétricas del mismo personaje, la mano zurda y la mano diestra de alguien perdido en el romanticismo que adorna la vida de formas aparentemente distintas. Es el mismo personaje el que busca y el que encuentra aquello que no sabe que busca: a sí mismo. Shara Martín