Este libro puede interesar a quienes no viven instalados en la queja, pues encontrarán motivos para seguir reivindicando la escuela pública desde la pasión y el compromiso; a quienes gustan de las historias bien contadas y mejor escritas; a los que valoran la indagación sobre la experiencia docente como una fuente de saber pedagógico; a los que se han conformado, resignado e instalado en el fatalismo de que nada puede cambiar, pues encontrarán aquí motivos para la esperanza; a los que solo creen en las normas y consideran que la aplicación de fórmulas precocinadas solucionarán los problemas de la educación, porque verán lo que sucede en el aula y en la escuela desde otra mirada; a los formadores que se repiten en su manera de enseñar año tras año; a los que se reinventan en cada encuentro con los estudiantes; a los que se aburren con el quehacer diario en la escuela; a los que siempre encuentran resquicios para que se desate la imaginación pedagógica. A todos ellos y a quienes consideran que ser educador es una aventura que merece ser vivida y compartida va dirigido este libro. Seguro que encontrarán motivos, señales y aportaciones que les ayudarán a seguir con entusiasmo en estos tiempos extraños que vivimos.
(Del Prólogo de Fernando Hernández)
Prólogo
I. Introducción
II. Interrogar la escritura
III. Enfocar un campo que se desplaza
IV. La relación pedagógica como foco
V. Construir el «nosotros»
VI. La cultura visual como hoja de ruta
VII. Diálogos en el aula de Cultura visual
VIII. De una relación escolar a una relación de investigación
IX. Subjetividades en tránsito
X. Para aprender del encuentro y del desencuentro
XI. Un cierre y tres aperturas
Bibliografía
Índice