Los micros de Mar Horno tienen una doble naturaleza muy atractiva. Por un lado, son corrientes, como la vida misma. Por otro, instalan en esa cotidianeidad la sorpresa, la perversión y hasta el milagro. Me gustaría definirlos como artilugios literarios de alta precisión cuyo mecanismo, siempre bien aceitado, nos lleva de asombro en asombro, de revelación en revelación. El lector, entre admirado e inquieto, va recorriendo una serie de dilemas que, en principio, parecen absurdos. Qué pasaría, por ejemplo, si una niña se convierte en lepidóptero, si los sueños imposibles se pueden cazar, si en el campo crecen cuchillos silvestres, si alguien tiene viento en la cabeza. Pero el valor de estos textos reside en que no se trata de juegos fortuitos de imaginación sino del despliegue de un pensamiento inteligente que, a través de poderosas imágenes, nos contagia su perplejidad (Clara Obligado).