RESUMEN: La originalidad de un movimiento tan singular como el escepticismo nos lleva a plantear primero dos secuencias claramente explicativas: una buscar y clarificar los orígenes; otra reflexionar sobre la originalidad de esta propuesta filosófica. Así, hay que comenzar diciendo que es un hecho que el escepticismo filosófico existe, y reconocer que es un problema que sea reconocido como doctrina filosófica. De hecho ya en la antigüedad se dividían los que pensaban que era una escuela y los que no. Este aspecto nos lleva a considerarlo, razonablemente, como una actividad y no como una doctrina, ya que no puede ser una norma que obligue, sino más bien una capacidad de acción. Las consecuencias de esta afirmación son previas a cualquier intento de desvelar su significado; todo aquél que sigue este movimiento debe reconocer las propias deficiencias del mismo: dicho de otra forma, hay que poner en duda hasta la propia duda que lo sustenta, aunque no tendrá más remedio que seguir aunque sea mínimamente algunas creencias. El escepticismo no es una escuela como las demás, sino una actitud, y por eso es absurdo atribuirle un iniciador. Pero también es cierto que a pesar de mis palabras, ya en la antigüedad, el ideal escéptico, por excelencia, estaba encarnado en una figura como Pirrón de Elis.¿Cómo podemos explicarlo?