El autor tiene la habilidad de captar la atención del lector desde el primer momento y de guiarle con admirable maestría, por entresijos inesperados, hasta el sorprendente desenlace final. La última campanada es una velada crítica hacia ese progreso mal entendido que, en vez de suponer un auténtico avance personal y social, sólo consigue la alienación de las personas y mutila, en gran medida, sus emociones más genuinas, sencillas y bellas.
Esta novela de Íñigo Salinas, por su temática y narrativa, recuerda a las mejores novelas rurales de Miguel Delibes