Al margen de esa tarea, sin embargo, se describe una realidad cotidiana, a ratos frívola, de la que nuestro personaje no es ajeno. Así, en un contrapunto que crece en ritmo e intensidad, acosado por peligros reales o imaginarios, éste reconoce que no hay distancia ni término suficientes para olvidar una violencia que en adelante habrá de ser su obsesión y su infierno.