Todo ello conlleva la necesidad de examinar los hechos culturales que se producen actualmente en los más diversos campos, desde las artes y las letras hasta la ética y los modos de vivir de la gente joven, así como la manera en que los medios de comunicación tratan el hecho religioso.
Es fácilmente constatable que, tras la modernidad, está haciendo su aparición la <<cultura del gran vacío>>: la presencia inquietante de un cierto nihilismo que aspira a ser el sustrato de una sociedad neoindividualista, tecnológica y permisiva.
La fe, más que hallar facilidades o tropezar con barreras infranqueables , se enfrenta a unos retos y unas tareas ante los que el creyente y la comunidad de la fe necesitan encontrar su propia identidad.