Este texto analiza la que ha sido una de las reivindicaciones más antiguas de la comunidad musulmana de la Granada contemporánea en la vida pública local: la rehabilitación y dignificación del cementerio islámico, construido al finalizar la Guerra Civil para enterrar a los caídos de la conocida como «Guardia Mora» del bando rebelde nacional; además, da cuenta también del devenir y desarrollo en la ciudad de la propia confesión musulmana y de su heterogeneidad, desde los últimos treinta años hasta la actualidad, inserta en un contexto de pluralidad religiosa. El caso, a veces conflictivo, de La Rauda de Granada, inaugurada oficialmente en enero de 2009 en virtud de un convenio municipal y la participación del Gobierno central, sirve también de marco para explicar y analizar los procesos de negociación y reivindicación del cumplimiento del derecho a la libertad religiosa que protagonizan las confesiones religiosas no católicas en el espacio público de nuestras ciudades. En él, además, se (des)encuentran dos concepciones sobre la gestión de la diversidad religiosa: la de «monumento funerario» inserto en el perímetro de la Alhambra y el Generalife declarado Bien de Interés Cultural; y la de «cementerio islámico» en uso y, por tanto, de lugar de culto.