El caballero dama, como cualquier comedia áurea, no pertenece a un ámbito puramente literario, ya que se concibió para subir a las tablas de un teatro comercial de mediados del siglo XVII y, por tanto, conviene aproximarse al texto sin perder de vista esa perspectiva, que consiente enfocar y hasta valorar mejor ciertos rasgos dramáticamente relevantes.