Cinco obras que pueden leerse casi como novelas que combinan lo cotidiano con lo extraordinario, el humor con la gravedad dramática, la Historia con las historias minúsculas. Así, un joven de provincias está convencido de que los extraterrestres han abducido a su padre; un guionista vende su alma a una productora de cine para cumplir su sueño; un político condenado por la Justicia regresa a su tierra para sacar en procesión al santo del pueblo; la intrahistoria de la familia de un general franquista sirve de pretexto para desmitificar la transición española. Y casi siempre, de fondo, la meseta como espacio y motivo narrativo, paisaje y estado de ánimo cada vez más vacíos, símbolo de un éxodo hoy casi olvidado.
Obras, en definitiva, construidas sobre el deseo y la pulsión de continuar narrando para sacar a la luz lo que somos y lo que podríamos ser. Como dice el autor: «La mejor manera de contarnos, de explicarnos dónde estamos, como individuos y como sociedad, sigue siendo contar una (o mil) historias».