La Universidad de Harvard, IBM o HP han coincidido en que el aumento de mujeres en la dirección de las empresas contribuirá al incremento de los beneficios. Las razones entroncan con una serie de habilidades que se consideran esenciales y son más comunes en el género femenino como son la disposición para el trabajo en equipo, la tendencia a crear nexos y sinergias o la facilidad para promover ambientes afectivos. Sin embargo, la realidad nos muestra que existen obstáculos que impiden que las mujeres accedan a cargos de responsabilidad. El mito del techo de cristal, que actúa como un obstáculo psicológico y frena la movilidad ascendente, o la tendencia a concentrar la presencia femenina en torno a ciertos sectores y actividades, son barreras que hay que superar para lograr un avance hacia un liderazgo abierto, flexible y plural en el que el género no sea un factor decisivo.