Partimos de la base que, desde sus primeros escritos, se aprecia en el joven Nietzsche una especie de dialéctica que determina su discurso sobre la relación entre el presente y el pasado: se trata de la dialéctica entre la ciencia y el arte, entre el valor de los hechos interpretados objetivamente o la fuerza creadora e interpretativa del hombre, que tiene sus raíces más profundas en la vida. Desde esta perspectiva tratamos de explicar cómo la experiencia estética, en cuanto forma suprema de afirmar la existencia, pone de relieve lo que hay de afirmativo y creativo frente a una actitud indiferente o pasiva en relación al pasado.