Esta es la historia de René Berger, un francés nacido en Orán, víctima de esa especie de secuestro al revés que supone haber sido abandonado de niño por su padre. Algo que recordará de manera especial el día que decide abandonar la ciudad de Caracas, donde ha llegado a ser un próspero empresario, ante el intento de secuestro por parte de una de las 1800 bandas que operan en esa ciudad. Se librará por una jugada del destino. El mismo que le arrastró veinte años atrás desde una ciudad normanda, donde sus conocimientos en el campo de la mecánica habían convertido su vida en una rutina apacible, hasta la ciudad de Caracas, bendecida entonces por los dioses de la prosperidad. Es, al mismo tiempo, la historia de cómo unos ciudadanos, constituidos en régimen político, pueden llegar a convertir a toda una sociedad en una comedia hilarante al comienzo y después, en una inexorable tragedia en la que es necesario contar con la muerte para cualquiera de las actividades corrientes como ir a la farmacia de noche o salir de día al trabajo. Esta es la historia de la ciudad de Caracas de hoy bajo la perspectiva, como es de rigor en toda novela, del trajín de los encuentros y desencuentros de su protagonista, quien tratando de huir de si mismo se encuentra acorralado por unos extraños fantasmas que convierten su vida, en épocas, en una aventura gloriosa, y miserable, en otras. En tales circunstancias volverse a enamorar por segunda vez de la misma mujer no es recomendable. El protagonista lo hace. Escrita en primera persona Caracas irredenta es una novela corrosiva de la que no están ausentes ni la ironía ni la falsa inocencia, dos ingredientes cada vez más insustituibles, de todas maneras, en la vida del hombre en este comienzos de siglo.