La necesidad de recorrer mi geografía emocional era algo, que con el paso del tiempo, había devenido, prácticamente, en una obsesión. El poder de la brevedad y la liberaciónde cualquier elemento de distracción lograron que en cada verso pudiese sentirme como el francotirador que a través de la mirilla enfoca, con delicadeza, su objetivo. Ser certero, conmigo mismo, no ha sido un ejercicio fácil.