Las cicatrices, tanto físicas como psicológicas, habían hecho del arquitecto Rick Barnett un hombre duro y cínico. Pero era más que evidente que se le iban los ojos tras Cynthia Forsythe. Su inocencia y bondad lo atraían sin que pudiera hacer nada para evitarlo. Por mucho que Rick tratara de esconder en las sombras de la noche el deseo que había en sus ojos, Meredith sabía que era el hombre perfecto para Cynthia. Y, si no se equivocaba, pronto conseguiría romper la maldición...