Las palabras no son nuestra meta final, ni siquiera se le parecen, pero construyen el camino de llegada y, una vez llegados, todas ellas se funden en ese silencio feraz del que salieron, el silencio docto y vivo, el no-saber de Sócrates y de los místicos renanos. Rafael Redondo se ha visto obligado a escribir -el lector lo sentirá pronto- movido por una necesidad interna que está mucho más allá de cualquier intención o propósito personales. Vicente Gallego, poeta, Premio Nacional de la Crítica 2002 Este nuevo libro, tan personal, de Rafael Redondo, intenta introducir el Zen en la vida y los paradigmas del siglo XXI. Podrá servir de ayuda a muchas personas tanto a la hora de transformar su vida como a la hora de contemplarla de otra nueva forma. Willigis Jäger El libro de Rafael Redondo nos ha introducido profundamente en la experiencia vivenciada de la realidad. Su lenguaje entusiasmado y poético aún en su prosa, hace resonar en nosotros la alegría de vibrar en la profunda y radical experiencia vital, incluso cuando el pragmatismo científico asoma en su discurso, la palabra apunta como saeta hacia el Vacío. Mercedes Sáinz