Publicados en poco tiempo cinco libros, los paisajes se han de hacer otros. Será lo que, decía más arriba, podría denominarse etapa de la `prueba del amor`. Me inclino a pensar que este nuevo curso de las cosas ha ido comenzando a producir aquí y allá algunos pensamientos, como en ensayos de prospectiva, de ampliación de horizontes; más aún, que los t res capítulos que constituyen la tercera parte de este mismo libro son ya pura apertura a esta nueva etapa, en la que el pensar se ha de tejer con varios hilos, entre los cuales están el de una `filosofía del cuerpo`, el de la apertura a la historicidad, además, por supuesto, del decisivo hijo rojo de la gloria de la belleza. Por eso, en estos pensamientos nuevos, acaso ha de ser sintomático de manera especial el que busca conjugar persona y belleza.
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La vida es cosa curiosa. Ha podido llamar la atención a alguno el agradecimiento a quien me arrecogió. Pero la verdad es que nadie más se me ofreció para ello. Por eso se puede calibrar la profundidad del afecto».
(del Prólogo del autor)