Su padre soñaba con que un día Dennis fuera ministro, e incluso Primer Ministro. Sin embargo, a la muerte de éste, Dennis cae bajo la influencia de su hermanastra, Helen, quien descubre sutilmente sus secretas fantasías. Esta se las arregla para que Dennis sea enviado a un colegio de jovencitas durante dos años. Allí lo mantienen alejado de los espejos y lo convierten en una hermosa joven.
A su regreso a la mansión familiar, lo visten con delicados rasos y sedas, lo cubren de joyas y lo calzan con zapatillas adornadas de hevillas de brillantes : pasa a ser un fetichista del pie. Bajo la supervisión de Miss Priscilla, la vieja ama de llaves, nuestro(a) protagonista es iniciado así en los placeres exquisitos del látigo y las varillas de abedul así como a someterse al ingenioso castigo de la caja de espejos. Dennis acaba abandonándose totalmente a los caprichos de Helen y de sus aristócratas amigas.
Con el tiempo, Dennis cae en la cuenta de cuán más placentera es su vida desde que es mujer y, por su propia voluntad, entrega su nombre, su fortuna y su vida a Helen, quien, como prueba final de su sumisión, le obliga a escribir estas memorias.
Se trata de un libro insólito que, pese a lo aparentemente escabroso del caso, refleja una inmensa sensibilidad por la delicadeza con que se narran los hechos, y es sin duda una de las obras literarias que mejor describen esas naturales tendencias sexuales que solemos rechazar y condenar en nuestras mentes inhibidas y abotargadas de prejuicios que son el transexualismo, por una parte, y el fetichismo, por otra.