- La expansión mediterránea de la Corona de Aragón por Enrique Rodríguez-Picavea (Universidad Autónoma de Madrid). La expansión marítima de la Corona de Aragón tuvo lugar entre el último cuarto del siglo XIII y el primer cuarto del XIV.
Con anterioridad asistimos a algunos precedentes que muchos autores no han considerado como parte de la expansión marítima propiamente dicha, caso de las conquistas de Jaime I (1213-1273), muy especialmente a la incorporación de Mallorca. Transcurrida la fase de la expansión marítima, el reinado de Pedro IV el Ceremonioso (1336-1387) estuvo caracterizado por la política reintegracionista en el Mediterráneo. Este artículo introductorio y de amplio espectro cronológico viene acompañado por un extenso mapa (4 páginas) que muestra las posesiones aragonesas en el Mediterráneo. En la imagen vemos a Corberán de Alet (o Lehet), senescal (segundo en el mando) de la Gran Compañía Catalana, noble de origen navarro que acompañó a Roger de Flor en sus campañas por Asia Menor, donde encontró la muerte al recibir una flecha lanzada por un enemigo turco. Mapa de Carlos de la Rocha e ilustración de Julia Lillo.
- Cerdeña y la Corona de Aragón por Mario Orsi. La conquista del reino de Córcega y Cerdeña por parte de la Corona de Aragón, así como el mantenimiento de las posesiones regias en territorio sardo, fueron una de las cargas militares21 más difíciles que soportaron los reyes de Aragón en el transcurso del siglo XIV. Conceptos como la guerra de Cerdeña referida erróneamente en singular, el Vietnam catalán o la revuelta incesante suponen una excesiva simplificación. La presencia catalano-aragonesa en Cerdeña estuvo marcada por varios conflictos distintos, entrelazados en un mismo territorio pero con cronologías diversas, en un complejo ajedrez de señorías, de origen pisano, sardo, genovés y catalán, interconectado con otro tablero de juego aún mayor, el de los grandes poderes del Mediterráneo bajomedieval. En la imagen, el castillo de Burgos (Oristano, Cerdeña), residencia del Juez de Arborea Mariano IV, quien primero fue aliado y después rebelde a la casa real aragonesa. Sobre la imagen, espada de factura peninsular de fines del XIII utilizada después en la coronación del rey Martín I de Aragón. Mapa de Carlos de la Rocha.
- Los ejércitos de la Corona de Aragón por Mario Lafuente Gómez (Univ. Zaragoza). En este artículo el profesor Lafuente describe los contingentes que formaban los ejércitos de la Corona de Aragón entre los siglos XIII y XIV. Detalla los distintos tipos de tropa de caballería, infantería, tropas de las naves, así como sus respectivas armas y modos de combatir. En la imagen, un pequeño detalle de la soberbia ilustración de Milek Jakubiec que representa a dos caballeros y un peón de la Gran Compañía Catalana quienes, cercados en un campanario por todo un ejército bizantino, protagonizaron una resistencia heroica hasta que el hijo del emperador les perdona la vida.
- La guerra de las Vísperas sicilianas por Stefano M. Cingolani. En el 23 complejo ajedrez político europeo, el Imperio y el papado eran enemigos irreconciliables. El reino de Nápoles y Sicilia era una posesión imperial, en manos de un hijo natural del emperador. Roma se alió con la Francia de los Capetos, entonces potencia ascendente, para arrebatar este reino al Imperio. El papa concedió el dominio de la isla al hermano del rey francés. Pero los sicilianos no aceptaron su dominio, masacrando a los franceses de la isla y entregando el trono a Pedro III de Aragón (cuyos derechos dinásticos derivaban de su matrimonio con la hija del anterior rey de Sicilia y Nápoles). Así comienza una guerra entre Francia y Aragón por el dominio de la isla, que consagrará la presencia del reino aragonés en el Mediterráneo, con consecuencias históricas de muy largo alcance. Mapa de Carlos de la Rocha.
- Piratería y corso por Roser Salicrú i Lluch (IMF-CSIC). A finales del siglo XIII la24 crónica de Bernat Desclot ponía en boca de Roger de Lauria que, por aquel entonces, ninguna embarcación se atrevía a navegar por el Mediterráneo sin permiso del rey de Aragón, y afirmaba que tampoco ningún pez osaba asomar cabeza fuera del agua sin su escudo impreso en la cola. En la imagen vemos un detalle de la ilustración a dos páginas (de Sandra Delgado) que representa el abordaje de una carraca mercante angevina por parte de una galera de guerra capitaneada por Roger de Flor. El artículo también incluye esquemas con indicación de la nomenclatura y partes de algunas naves del periodo.
- Almogávares en Bizancio por Chusé Bolea Robres. A finales del verano de 1303 el emperador bizantino Andrónico II Paleólogo contemplaba inquieto desde su palacio de Blanquerna en Constantinopla el ir y venir de las embarcaciones comerciales que atravesaban el estrecho del Bósforo. Pero lo que esperaba en realidad era que apareciese en el horizonte una flota procedente de Sicilia con las barras de Aragón por bandera. El Imperio de Bizancio se encontraban en una situación dramática a causa el imparable avance turco, y su última esperanza era la ayuda del ejército de mercenarios que ahora navegaba rumbo a Constantinopla. En la imagen un detalle de la llamativa batalla de Aulax (Alasehir, Turquía), donde en 1304 se enfrentaron los almogávares al ejército del beylicato de Germiyan; estupenda y dinámica composición de Pablo Outeiral.
- Tipologías y tácticas navales por Mario Orsi. Los barcos y flotas de los reyes de26 Aragón se convirtieron en uno de los principales activos militares de la Corona, y ello se debió, en buena medida, a la excelente tradición constructiva de los astilleros de las costas catalanas, valencianas y baleares, capaces de tomar parte activa en todas las mejoras del arte de la guerra, la construcción naval y la navegación en el Mediterráneo de los siglos XIII y XIV. En la imagen, sección de una tarida o barco de transporte de caballos del siglo XIV, composición de Julia Lillo.
Y además, introduciendo el n.º23: La batalla de Beth Horon por Arturo Sánchez Sanz. La Primera Guerra Judeo-Romana se convirtió en uno de los conflictos más importantes que Roma tuvo que afrontar en el siglo I d. C. Su inicio propició la llegada de la dinastía Flavia al poder y su fin la consolidó. La amenaza rebelde hizo peligrar la estabilidad de la frontera oriental del Imperio romano. En este contexto, la batalla de Beth Horon fue capital pues proporcionó a los judíos su principal victoria frente a Roma y propició que la insurrección se generalizara, pues se vio como una señal del apoyo divino. En la imagen, detalle del mapa que define el derrotero del contingente romano y los distintos hechos que condujeron al desenlace final, composición de Carlos de la Rocha.