Comenzaba así un trayecto literario que había de acabar constituyéndose en uno de los mayores y más renovadores del siglo; obras como Elegías del Duino o Los sonetos a Orfeo son una extrema y fascinante experiencia del espíritu y cumbres de la lírica del siglo xx.
Pero la talla literaria de Rilke no se encuentra sólo en sus poemas; su obra en prosa es también excepcional. Los cuadernos de Malte Laurids Brigge, la novela autobiográfica Ewald Tragy, los magníficos cuentos de Historias del buen Dios o estos Relatos de Praga no son obras secundarias, sino otra forma de expresar las ideas que, utilizando las palabras del propio Rilke, configuran algo más que una obra: un proyecto de existencia.