Cada una de las historias puede leerse, en su sentido literal, como fábulas fantásticas en las que la figura de Dios ocupa un lugar preeminente; pero los textos tienen también otra lectura, en la que las cuestiones morales, religiosas e incluso políticas afloran a través de símbolos y sobreentendidos.
Historias del buen Dios es tal vez el texto en prosa de Rilke de mayor belleza y sensibilidad, y sin duda pide ser leído desde la oscuridad de los corazones, ese lugar que, según Rilke, Dios prefiere en lugar de la clara y fría especulación de los pensamientos.