Tras casi treinta años de aceleración científica (procesos irreversibles, cosmología, teoría de las catástrofes, inteligencia artificial, evolución biológica...), una audiencia expectante y diversa de científicos, filósofos y artistas, asistió a un candente replanteamiento del problema del azar y la necesidad, sin duda atraídos por la garantía que ofrece la ciencia en la simplicidad de sus sistemas y problemas. Pero la ciencia también comparte muchas fronteras con otras formas de conocimiento dedicadas a sistemas más complejos, más próximos a la naturaleza humana. Y cuando los conceptos científicos experimentan una de sus frecuentes revoluciones conviene revisar y discutir su impacto en las disciplinas vecinas. Así ha ocurrido con el azar. ¿Es el azar un producto de nuestra ignorancia o un derecho intrínseco de la naturaleza? La convocatoria de Figueres removió investigaciones e ideologías, ciencias y creencias, resultados e intuiciones en torno al determinismo y la libertad. Fue, en verdad, un proceso al azar.