La Cárcel
Ha cambiado mi dirección,
el horario de mis comidas,
mi ración de tabaco, me ha cambiado
el color de la ropa, la cara, la figura,
y hasta la luna
-tan querida aquí-
es más grande y dulce que nunca.
El olor de la tierra: perfume;
el sabor de la naturaleza: azúcar.
Como estar en la azotea de mi vieja casa
y que una estrella nueva
se clavase en mis ojos.