Ante el estupor del coronel, la situación en la orilla oeste del río Tigris, lejos de mejorar, empeora: el alcalde de la ciudad puesta bajo su custodia se impacienta, los terroristas empiezan a hacer de las suyas y los mandos americanos no le tratan con el debido respeto.
Pastoral iraquí nos cuenta el destino de los hombres que juegan con fuego, acosados por viejos demonios familiares y perturbados por la cobardía, el engaño y el sórdido afán de vencer a un enemigo invisible. Es la fábula de un soldado desdichado al que nadie puede ayudar y el cínico retrato que un hombre ofendido hace de sí mismo.