Así, ordenaron recopilar el celebérrimo Fuero General y fijaron definitivamente en su escudo el emblema de gules, carbunclo cerrado y pomelado de oro que identificó primero al rey, y después a todo el reino, desde entonces.
Pero muchas otras cosas maravillosas hicieron los Teobaldos. Esas son precisamente las que en estas crónicas se cuentan. Y no solo las que recoge la Historia, sino también y sobre todo aquellas que necesitan la ayuda de la imaginación literaria para ser evocadas en toda su espléndida realidad.