En clave de ácida ironía, esta novela parece plantearse la respuesta a algunas preguntas necesarias: 1.ª ¿Se puede sobrevivir a la adolescencia sin convertirse en un imbécil?, y 2.ª ¿El mundo está mal hecho o está mal hecho uno para el mundo?
Memorias prematuras cuenta los recuerdos de infancia y adolescencia del autor, pero no lo hace desde el punto de vista compasivo de un adulto que perdona o pondera los actos, los miedos, los amores y los odios de su juventud. Estas memorias están narradas en directo, desde la inmadurez más viva de un joven que intenta comprender su vida a través de la escritura. Una vida dividida entre dos países: Chile, donde nació, y Francia, donde fue exiliado por la dictadura de Pinochet. Entre su necesidad de ser un héroe o un genio y su miedo a la noche, al servicio militar, a las mujeres; entre sus ganas de creer en Dios y la ambición de ser él mismo su propio Dios.
Una novela de aprendizaje en la que ni lectores ni protagonistas aprenden nada útil.