El libro comienza hablando de las visitas infantiles del autor al estadio Benito Villamarín y cómo fue tomando conciencia de los comportamientos propios del fútbol y de la fauna bética. Tampoco antes había vida, y menos aún los domingos, sin chicles para las aceras, gorras para calvos, transistores ceutíes, trompetas de plástico para sordos o impotentes, banderas para anarquistas a tiempo parcial. No hay vida ahora. No la hay, escribe. En las páginas restantes, Antonio Luque realiza un repaso por los acontecimientos más significativos del beticismo, y los integra en su biografía personal, todo con el estilo costumbrista y descreído que le caracteriza..