Esta novela caudalosa y de una orientación inusual para el género de la época ha sido el producto de dos fuentes que le proporcionaron su argumento a Alejandro Dumas: las memorias inéditas de Louis-Henri de Loménie, conde de Brienne, que aparecieron en 1828; y las memorias del señor Dártagnan, una compilación de tres volúmenes de dos diarios y correspondencias de Charles de Batz de Castelmore, conde de Dártagnan, capitán de la primera compañía de mosqueteros del rey, que vivió entre 1611 y 1673. hay serios indicios de que Dumas leyó por primera vez las memorias del señor Dárgagnan durante un viaje a Marsella en junio de 1843. El bibliotecario de la ciudad atestiguó luego que el escritor había llevado en préstamo la edición de 1704 y que nunca las había devuelto.