Dos niños, al cuidado de una joven maestra en una vieja casona de campo, conviven con las fantasmales apariciones de un criado y una institutriz muertos atrás.
Henry James describe a su novela Otra vuelta tuerca como un experimento sobre el horror: la comprobación de que lo horrible puede golpear a plena luz del día; la ida de que el espanto es máximo cuando permanece indefinido y cada lector deposita en él sus propios miedos.