Esopo, el gran fabulista griego, creador de las celebres alegorías morales, no ha escrito de su propia mano fabula alguna, sino que esta se han transmitido por la tradición oral hasta que el poeta griego Babrio, en el siglo II a. D. recogiendo aquella tradición, les confirió una forma escrita.
La versión que ha llegado hasta nuestros días es el resultado de las sucesivas elaboraciones que se practicaron a partir de aquel primer texto establecido. Existe asimismo una versión latina que data el siglo II de nuestra era y que es atribuida al poeta romano Fedro.
No obstante las sucesivas transformaciones y numerosas versiones de Fábulas de Esopo, éstas logrando inmortalizarse e inspirar a autores tales como Jean de la Fontaine en Francia, en el Siglo XVII, y a Samaniego, en España en el Siglo XVIII, quienes, basándose en la creación de Esopo, contribuyeron a enriquecer la tradición fabulística creada por el poeta.