En términos cinematográficos, los años diez constituyen en la historia del cine español un territorio ignorado, entendiendo el adjetivo en su doble acepción de desconocido y despreciado. Y ello, porque sus películas se conservan en una mínima proporción y deterioradas en buena medida. En esa época el cine se vio rechazado por buena parte del público culto, lo que no impidió que acabara consolidándose como gran espectáculo popular cuya aceptación no dejaría de incrementarse durante la década. Con la perspectiva que dan los años transcurridos, el estudio de las películas conservadas permite descubrir cómo esta desdibujada filmografía desarrolló unos rasgos formales y temáticos que no sólo son de gran interés vistos en el contexto general del cine coetáneo, sino que deparan sorpresas, por lo que tienen de originales, en algunos casos, y de anticipadores en relación al cine posterior.