La experiencia poética de la Ciudad, que repite en su marasmo todas las ciudades, sigue estando presente en este nuevo libro, aunque desplazada de lugar y continente : desde la ciudad de Nueva York en Puer profeta , donde Marset vivió entre 1985 y 1990, a otra ciudad Nueva, la Nea-polis de la Italia meridional, donde residió al principio de los noventa y a la que no ha dejado de regresar desde entonces. En uno y otro caso, se puede detectar un tono de crítica social, velado por una fina ironía, que apunta al enigma de nuestro tiempo : el no ser de ninguna parte -o más bien, el tener lugar sólo en la suspensión entre la nostalgia y la añoranza- y, sin embargo, reconocer en esta falta de patria el rasgo fontanal de nuestro ser.