Siguiendo uno de los posibles caminos que tomó en sus anteriores obras, Cobo Borda retorna al tema del amor, tocando todas las fibras del amor humano, carnal, anclado en lo cotidiano, en sus más variados registros: realista, irónico, desesperado, tierno y hasta sublime, sin olvidar la otra cara de este sentimiento: su monstruosidad, la decadencia, el desengaño. No obstante, sobre todo en la primera de las cuatro partes de que consta el libro, ese amor encuentra pleno sentido en las estructuras míticas, lo que supone un ejercicio arriesgado: en La musa inclemente , Cobo Borda se interna por vez primera en terrenos que cuentan con una brillante tradición poética, y sale mucho más que airoso del reto. Por si no bastara, una tercera visión va surgiendo en cada verso, en cada poema: la del amor como un estado estrechamente ligado a la creación, y por tanto al poema; así, el amor se convierte en escritura, el hombre en poeta, y la mujer en razón de ser del poeta y en musa.
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