Es por ello que este libro merece ser leído por los que seguimos pensando que es infinitamente mejor que los niños y adolescentes estén en una escuela a que deambulen por la calle. En una de esas, por el azar o por la fortuna, se encuentran a un profesor que viva la alteridad, esto es, el principio de ver el rostro del otro para comprometerse y hacerse cargo de él. María no se lo encontró, y esa también es una enseñanza.